Concluimos 2024 y pareciera que concluye también un lustro tremendamente desafiante en el que la industria de los hidrocarburos demostró su verdadera fortaleza.
En efecto, con mucho esfuerzo y venciendo muchas dificultades como la pandemia, el cepo, la inflación, trabas para importar, la falta de financiamiento y muchas más; y aun así, la industria fue capaz de incorporar tecnología e ingeniería de punta, de aumentar la productividad y de bajar costos, con lo que se han superado ampliamente los 700.000 barriles por día de petróleo, y en invierno los 150 millones de m3 por día de gas. Hoy estamos exportando nuevamente gas y petróleo.
No fueron fáciles estos logros en este país. Creo que la industria, y todos ustedes, se merecen una gran felicitación.
Sin embargo, en el mundo, la actividad también fue profusa y creciente. Sin desmerecer los logros mencionados y para mostrar las dificultades que hay en este país paraestas inversiones, comparemos lo nuestro con la actividad que hubo en otras cuencas no convencionales similares.
Por ejemplo, los Estados Unidos: en un tiempo menor al nuestro, pasaron de ser el primer importador de gas y petróleo del mundo a ser el primer productor mundial de gas y de petróleo. Disputan también, con los tradicionales Qatar y Australia, el primer lugar como exportador de GNL.
Hoy Vaca Muerta, después de 12 años de su primer desarrollo, debería estar produciendo entre 250 y 300 MMm3/d de gas y 1 a 1.5 millones de barriles por día de petróleo. Se está demorando el desarrollo más intensivo de estos recursos en medio de constantes discusiones sobre los efectos del cambio climático y las medidas para mitigarlo. No somos responsables de estas emisiones. De hecho, solo los doce países que queman el 90% del carbón son los responsables de los dos tercios de las emisiones. Y hasta la fecha han hecho poco y nada para solucionarlo.
Nuestra región, en cambio, sòlo emite un 4.5%, Argentina no llega al 1%. Pero, a diferencia de los países desarrollados, la región tiene un tercio de la población pobre, y la Argentina, alrededor del 50%.
Uno de las herramientas de las que dispone el país para combatir esta pobreza es el desarrollo lo antes posible de nuestros recursos naturales. Y lo antes posible, porque si bien la demanda de gas y de petróleo va a durar por muchos años, va a ir siendo reemplazada paulatinamente por otros sistemas, poniendo mucha presión sobre la oferta global de hidrocarburos.
Solo la producción más eficiente y de menor intensidad de emisiones será la que perdure. Y nosotros tenemos grandes recursos y condiciones ideales para el suministro a nivel mundial de gas natural y de petróleo de bajas emisiones.
Ya aparecen nuevamente con fuerza los temas de integración regional gasífera, y también proyectos de exportación vía GNL. Pensemos que podríamos llegar a los 30.000 millones de dólares en exportaciones de gas y petróleo.
Nos sobran recursos. Por eso debemos pensar a Vaca Muerta como un proyecto de exportación. Pero Argentina tiene primero que demostrar que es un proveedor de largo plazo confiable.
Contamos con todo lo que es necesario para lograrlo. Una industria totalmente integrada, con una extensa e importante cadena de valor, altamente competitiva, sustentable y preparada para los desafíos que el futuro nos presenta.
Pero todavía hay muchos temas a resolver. Vaca Muerta puede llegar a admitir una perforación constante de unos 1000 pozos por año, adicionales a la actividad que se desarrolla en otras cuencas y en los campos maduros. Se requerirán inversiones que pueden llegar a valores entre los 20.000 y 30.000 millones de dólares al año.
No solo habrá que perforar pozos, sino que tendremos que atraer fabricantes y compañías de servicios y realizar importantes obras de infraestructura de tratamiento, transporte y exportación de gas y de petróleo. Y para alojar toda esta actividad, los Gobiernos tendrán que ampliar la infraestructura vial y municipal.
La ley Base facilitará muchas cosas. El RIGI también es una medida que aporta. Esto un buen comienzo, aunque, hoy, lo dice todo el mundo, en un país normal el RIGI no sería necesario.
Nuestros recursos no son únicos. Se han hecho varios e importantes descubrimientos de gas y petróleo en el mundo con pozos de alta productividad, que pueden llegar a cubrir la demanda a futuro. Y todavía hay mucho más por descubrir.
Competimos entonces con muchas oportunidades de inversión a nivel global.
Si no ofrecemos condiciones que compitan con ellas, no tendremos un desarrollo intensivo, sostenido y sustentable en el tiempo. Hace falta aún simplificar, homogeneizar y flexibilizar las normativas para facilitarle la vida al inversor. No hay que dejarse llevar por tentaciones de corto plazo, evitando trasladar a las empresas costos que no les corresponde afrontar. Generan incertidumbres y problemas que postergan las decisiones de inversión. Sin renta no habrá competitividad. No habrá desarrollo. No habrá crecimiento.
Soplan otros vientos, así que esperemos que finalmente podamos empezar a hablar de realidades y no de nuestro eterno potencial nunca realizado.
Con estas reflexiones dejamos atrás 2024 y nos predisponemos a un 2025 rebosante de buenas noticias.
¡Hasta el próximo número!
> Editorial
Por Ernesto López Anadón
Presidente del IAPG